domingo, 7 de noviembre de 2010

Te regalo...

No quiero ser autor de la promesa, ni creador de la ilusión.  No quiero prometer nada que no cumpla

No te prometo las estrellas que están muy lejos para que las alcance y tardaría los miles de años que prefiero aprovechar contemplándote;  ni la luna que es compartida y para ti, nada que otra posea.  No tengo las llaves del cielo pero contigo yo siento que ese cielo es aquí en la tierra.  

No son míos los luceros que te gustan y no tengo suficiente dinero en la billetera para ir a la Nasa a comprártelos.  No tengo manera de regalar lo que no me pertenece,  por eso solo puedo entregarte unas pocas cosas que son mías y que si quieres, comparto contigo, prometiéndote, eso si!, que a nadie más se las regalaré si tu las cuidas.  No es una promesa sin condición, no es un regalo sin compromiso, tú verás si arriesgas a recibir estos simples regalos que son míos, que no tienen más dueño que yo, que solo le importan a uno.

Te regalo mi ventrículo izquierdo, es el que más funciones tiene, me bombea la sangre a toda la periferia, creo que lo necesito, pero lo comparto contigo.  Te regalo cada uno de los latidos de este corazón ilusionado… arrítmico algunas veces, lento para comprender en otras, pero siempre constante, siempre firme, leal.   Amo mi corazón, cuando se termine su función, creo que me moriré con él…   y así,  amándolo, lo comparto para cuando sientas que te falta emoción para la vida… para cuando las fuerzas se vayan.. allí voy a estar para latir al ritmo que necesites. 

Te regalo una mano, la derecha, con la que escribo.  Te la regalo para salir cogidos a caminar bajo la lluvia o con el sol alumbrando. No te fijes mucho en todas las cicatrices que tiene, son historias, huellas de la vida que he vivido, que me ha traído hasta ti.  Te la regalo para que siga contándote historias, escribiendo este poema que es verte caminar sobre la tierra. 

Te regalo mi alegría… es toda mía.  La felicidad ha sido mi constante y puedo compartirla siempre sin perder ni tan solo un poco… es más, entre más la comparto, más crece.  Es toda tuya para que sea de ambos.  Te regalo con mi alegría, la capacidad para reírnos de tonterías y hacer mías tus fantasías. 

Te regalo unos minutos de mi tiempo.  Ha sido mío casi siempre.  Es bastante ágil para alcanzar una taza de café caliente, o un poco de sopa para una gripa que no te deje dormir a las 2 de la mañana; acercarte una almohada cuando estés estudiando en una silla de la sala o para vernos esa película que nunca entendí pero que veremos juntos 400 veces porque te parece hermosa. 

Te regalo cosas básicas, pero mías.  No quiero que te lleves algo y nos toque un día salir a buscar un reemplazo para regresar lo que ya tenía dueño.   No sería justo.  Bastante has tenido que pasar en tu vida como para salir ahora, con la experiencia del encuentro, a regresar amores, a devolver recuerdos.

Te regalo una mirada larga, una sonrisa, una caricia, un beso suave, uno que te llegue hasta los huesos, te regalo las cicatrices de tus uñas en mi espalda, las que no están, las que espero, las que quiero.  Te regalo mis suspiros y como se vuelven exhalación al ritmo de tu cuerpo.

Te regalo mi lengua… sabes que hablo todo el día.  Es muy útil para cuando el día ha sido intenso y necesitas unas palabras de aliento…. Y lo mejor es que sabe callar cuando es necesario.  La tengo amaestrada para hacer lo que mejor te venga.  Lo que te sienta.

Me quedo con la memoria de saberte usando mis regalos.  De sentirte en cada uno de ellos, por eso, te regalo todo!  Pero son míos los recuerdos.  Si quieres compartirlos, aquí estoy, yo te los cuento.