miércoles, 6 de octubre de 2010

Dicha y Soledad

OH Dios! Veo mis pies volar, siento como voy por el aire, como mi corazón late, como cada una de las venas de mi cuello brota de tensión, mis músculos se estiran con la firme intención de alcanzarla, de tenerla entre mis brazos, de sentir el gozo de acariciarla y saber que es mía, mía y de nadie más.

Nadie en el mundo la merece tanto como yo, he luchado por ella cada hora, día, semana y mes para tenerla, para que en este momento sea mía, para poseerla, para ser su dueño.

La veo acercarse.  Cada segundo parece una eternidad y mis dedos se preparan a sentir sus curvas líneas; perfectas y atrayentes que no permiten desviar la mirada y que logran que estalles de placer y dolor cuando la posees.   Otro segundo, solo otro más y podré estar tranquilo, descansaré y todo regresará a la normalidad.

Pero... ¿por qué sonríe ese hombre? ¿ por qué me miran? Acaso... no! Ella es mía, lo se, mi corazón me lo dice y mis dedos lo reclaman.  Entonces, por qué ese hombre sonríe y el otro lo abraza, por qué mis amigos agachan la cabeza?

No deseo mirar, a cada movimiento hacia donde está ella, mi corazón late con mayor prisa y mis ojos se llenan de lágrimas.  Sólo  un segundo más y podré confirmar lo que cada poro de mi piel grita.

Primero veo la madera, ese lugar donde reposan mis ilusiones y mis esperanzas cada semana; sobre ella, su tendido.  Mágica tela en donde vierto mis sollozos y mis alegrías.  Todo se mueve armónicamente, pero a quien busco, a ella, no la veo; se ha ido lejos acaso?

Regreso la mirada, mis amigos, mis compañeros de siempre, se alejan, cada uno con el alma más partida que el otro.  Volteo nuevamente, gotas de sudor surcan por mis cejas, levanto mi mano y las limpio.  Mi cabeza está embotada, la sacudo.  Más gotas vuelan por los aires, la veo.

Allí está, en el último rincón de la red; esa red que es mi desdicha ahora.  Reposa tranquilamente, sin sospechar todo el dolor que me causa, sin sentir piedad ni remordimiento.  Con furia la cojo entre mis manos y la pateo al centro del campo.  Lejos de mi.

Escrito en 1992 - Estudiando Comunicación Social

Desde la trinchera













Los ojos de la vida enfrentados a la muerte,
son disparos de los rifles, apariencias de valiente.
Encontramos las miradas de los niños en el frente,
sumergidos en la guerra, enemigos del presente.
Con la arena como almohada y la lluvia de frazada,
el asco a la batalla se esconde tras una barricada.

Y grito...

Basta a la muerte, al fin de la inocencia.
no quiero jugar los juegos del adulto;
no quiero jugar juegos que no se puedan ganar.

De los carros de juguete
a matar con balas a inocentes;
mil años de existencia no bastan
para olvidar los ojos del hermano cuando muere.

Hay que juego tan estúpido,
hay que guerra tan maldita!
no quiero cumplir esta sentencia,
no quiero morir bajo balas asesinas.

De los carros de juguete a matar con balas a inocentes,
mil años de existencia no bastan
para olvidar los ojos del hermano... cuando muere.



Bajo la trinchera 
el sonido de la guerra no quiere despertarse.

La Venda





























Hoy quiero escribir lo que pienso,
quiero pensar lo que siento,
quiero sentir lo que escribo.

Hoy veo la luz de la mañana,
la penumbra de la noche,
la mirada de quien ama.

Ayer dejé la ceguera del amor,
la locura de la pasión,
el martirio del dolor.

Quise por un día ver quién era,
no amarla con ternura,
no desearla con locura,
no entregarme sin cordura.

Ayer la vi tal y como era,
con virtudes y defectos,
con errores, con aciertos.
Cayó la venda de mis ojos,
la amé sin sentimientos.

Y allí, en ese momento que creía de cordura,
de fría mente calculante,
la certeza de quien cree
se encontró vacía, sola en un instante.

Te extrañé más que un momento,
te extrañé aún sin pensarte;
descubrí sin mucho esfuerzo
los motivos del desearte.

Descubrí que mi ceguera
no era por venda o por locura,
descubrí que mi ceguera
es este maldito amor que sin ti tortura.

Despertar

Ayer sin sentido te busqué,
en mi mente te encontré
y aunque en mis brazos te estreché,
descubrí que en un sueño no se puede poseer.

Ayer nos entregamos al amor,
nos lanzamos al vacío de la pasión,
enredamos nuestros cuerpos
en la cama infinita de la ilusión.

Ayer te soñé como antes,
como mañana y como siempre.
te viví, te sentí y te miré con placer,
prohibí que llegara el amanecer.

Sueños y frases locas,
verbo y esencia inocua,
lo que imagina nuestra mente
que no puede ser llevado al presente.

Por eso quiero encontrar
algún sentido a lo que siento,
quiero llevar al mundo lo que pienso,
quiero soñar sin sentir que miento.

Pero no se puede soñar de realidades,
es preciso sentir el imposible,
tragarse las palabras indecibles y...
vivir la ausencia de verdades.

Es preciso sentir que te amé,
recordar que acaricié tu piel
y embriagarme con el sabor de tus besos.
Necesito amarte!
Solo así puedo dejar de pensar que sólo te soñé.