OH Dios! Veo mis pies volar, siento como voy por el aire, como mi corazón late, como cada una de las venas de mi cuello brota de tensión, mis músculos se estiran con la firme intención de alcanzarla, de tenerla entre mis brazos, de sentir el gozo de acariciarla y saber que es mía, mía y de nadie más.
Nadie en el mundo la merece tanto como yo, he luchado por ella cada hora, día, semana y mes para tenerla, para que en este momento sea mía, para poseerla, para ser su dueño.
La veo acercarse. Cada segundo parece una eternidad y mis dedos se preparan a sentir sus curvas líneas; perfectas y atrayentes que no permiten desviar la mirada y que logran que estalles de placer y dolor cuando la posees. Otro segundo, solo otro más y podré estar tranquilo, descansaré y todo regresará a la normalidad.
Pero... ¿por qué sonríe ese hombre? ¿ por qué me miran? Acaso... no! Ella es mía, lo se, mi corazón me lo dice y mis dedos lo reclaman. Entonces, por qué ese hombre sonríe y el otro lo abraza, por qué mis amigos agachan la cabeza?
No deseo mirar, a cada movimiento hacia donde está ella, mi corazón late con mayor prisa y mis ojos se llenan de lágrimas. Sólo un segundo más y podré confirmar lo que cada poro de mi piel grita.
Primero veo la madera, ese lugar donde reposan mis ilusiones y mis esperanzas cada semana; sobre ella, su tendido. Mágica tela en donde vierto mis sollozos y mis alegrías. Todo se mueve armónicamente, pero a quien busco, a ella, no la veo; se ha ido lejos acaso?
Regreso la mirada, mis amigos, mis compañeros de siempre, se alejan, cada uno con el alma más partida que el otro. Volteo nuevamente, gotas de sudor surcan por mis cejas, levanto mi mano y las limpio. Mi cabeza está embotada, la sacudo. Más gotas vuelan por los aires, la veo.
Allí está, en el último rincón de la red; esa red que es mi desdicha ahora. Reposa tranquilamente, sin sospechar todo el dolor que me causa, sin sentir piedad ni remordimiento. Con furia la cojo entre mis manos y la pateo al centro del campo. Lejos de mi.
Escrito en 1992 - Estudiando Comunicación Social
Escrito en 1992 - Estudiando Comunicación Social